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Consejos y Recomendaciones para Padres Milenials en la Crianza Respetuosa

21 de junio de 2024
Padre del Siglo 21

Disciplinar a los niños sin recurrir a la vergüenza es un desafío que muchos padres enfrentan. Aquí te presentamos una guía para lograr una disciplina efectiva basada en la empatía y las consecuencias naturales, sin usar la vergüenza.

Indice

    Paso 1: Lidera con Empatía y Conexión

    Uno de los argumentos más comunes a favor de la vergüenza en la crianza es que avergonzar a los niños les hace considerar cómo sus comportamientos problemáticos afectan a los demás. Sin embargo, la vergüenza en realidad desvía el enfoque del «ofendido» y sitúa al ofensor como el centro de atención. Los niños terminan obsesionándose con cómo se sienten ellos mismos a causa de la vergüenza, en lugar de considerar cómo sus acciones afectaron a otra persona.

    Para enseñar empatía de manera efectiva, el mejor método es modelar la empatía. Por ejemplo, en lugar de avergonzar a un niño por pisotear su cometa cuando está molesto, podrías decir: «Sí, puedo ver que estabas molesto y pisoteaste tu cometa. Sé lo enojado que me siento cuando estoy esforzándome mucho en algo y no resulta como esperaba. Es completamente normal sentirse así. Te entiendo.»

    Al liderar con conexión y empatía en lugar de vergüenza y corrección, desescalas la situación y ofreces al niño una forma de reintegrarse a la comunidad. Este enfoque también fomenta una mayor empatía, compasión y paciencia en los padres, evitando caer en la disfunción y la vergüenza.

    Paso 2: Confía en las Consecuencias Naturales

    La vergüenza a menudo surge cuando sentimos que nuestro hijo no «se siente lo suficientemente mal» por algo que ha hecho. Queremos añadir consecuencias para desincentivarles de repetir el comportamiento. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las consecuencias naturales de sus acciones son más que suficientes si las dejamos actuar.

    Por ejemplo, si un niño tiene un colapso emocional que interrumpe la rutina de la hora de dormir, el resultado natural puede ser que no haya tiempo para leer juntos esa noche. Omitir la lectura no es un castigo, es una consecuencia directa de cómo se gestionó el tiempo. Al permitir que estas consecuencias naturales ocurran, enseñamos lecciones importantes sin recurrir a la vergüenza o el castigo.

    Paso 3: Revisa el Problema Más Adelante

    La mayoría de las veces avergonzamos a nuestros hijos cuando estamos desencadenados emocionalmente. Esto ocurre porque, en esos momentos, actuamos en piloto automático y repetimos patrones de respuesta que aprendimos en nuestra propia infancia. Además, la vergüenza es «pegajosa»; muchas veces, lo que nos desencadena es algo por lo que nosotros mismos fuimos avergonzados.

    Para evitar avergonzar a nuestros hijos, es crucial no intentar disciplinarlos cuando estamos emocionalmente desencadenados. En lugar de eso, revisa el problema un par de horas más tarde o incluso al día siguiente, cuando tanto tú como tu hijo estén en un estado mental más receptivo. La disciplina más efectiva ocurre cuando el maestro y el estudiante están en las mejores condiciones para enseñar y aprender.

    Rompe la Maldición Generacional de la Vergüenza

    Eliminar la vergüenza de nuestras prácticas de crianza y disciplinar eficazmente requiere tiempo y esfuerzo. Al liderar con empatía y conexión, confiar en las consecuencias naturales y revisar los problemas más adelante, podemos romper la maldición generacional de avergonzar a los niños y fomentar una disciplina basada en el respeto y la comprensión.

    Implementar estos pasos te ayudará a crear un entorno más positivo y comprensivo para tus hijos, promoviendo su desarrollo emocional y social de manera saludable y efectiva.

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